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El pastor y escritor inglés pasó doce años en una prisión de Bedfordshire. ¿Su delito? Había estado predicando fuera de una iglesia anglicana. En la cárcel escribió El progreso del peregrino, un libro alegórico sobre el viaje del cristiano al cielo. Se publicó en Inglaterra en 1678. Durante casi 350 años, el libro se ha publicado en todo el mundo como un eterno favorito.
Extractos del capítulo: “El Mercado de las Nulidades” – …Así que Lucifer, Apollyon y Legión decidieron establecer aquí un mercado donde se pudieran comprar y vender nulidades durante todo el año. Así que ahora se ofrecían casas y tierras, cargos, dignidades, libertades, títulos, tierras y personas, reinos, juergas, placeres y deleites de todo tipo, como putas, esposas, maridos, hijos amos , esclavos, vidas, sangre, cuerpos y almas, plata y oro, perlas y piedras preciosas y quién sabe qué más. Para ello, se las arreglaron para poder entregarse al engaño, el fraude, la superchería y la villanía en todo momento….
…Nuestros dos peregrinos tampoco tenían otro camino que atravesar esta ciudad y este mercado. Pero en cuanto los descubrieron, toda la gente del mercado empezó a moverse. Debido a ellos, se formó una multitud por varias razones: estaba la ropa que llevaban los peregrinos, que era diferente de la ropa de la gente del mercado. Por ello, los habitantes del mercado se quedaron boquiabiertos. Algunos dijeron que eran malabaristas, otros pensaron que los forasteros venían del manicomio y otros que eran extranjeros.
También se preguntaban por su lengua, porque sólo unos pocos podían entenderlos. Hablaban la lengua del reino prometido, por supuesto, pero los mercaderes del mercado eran gente de este mundo y pensaban que los dos hablaban un galimatías.
Lo que también sorprendió a los mercaderes fue el hecho de que estos peregrinos no se interesaran en absoluto por sus mercancías. Ni siquiera miraban, y cuando se les acercaban y les pedían que compraran, se tapaban los oídos y gritaban: “¡Aparta mis ojos, no sea que miren a la nada!”. Mientras lo hacían, miraban al cielo para indicar dónde se habían originado sus pensamientos y acciones.
Cuando uno se interpuso en el camino de los peregrinos y les preguntó burlonamente qué querían comprar, los dos le miraron seriamente y dijeron: “¡Compramos la verdad!”. Ahora la gente del mercado dio rienda suelta a su desprecio. Se rieron de ellos, les insultaron y se gritaron unos a otros que había que darles un puñetazo en la cara. Se produjo un motín que convirtió el mercado en un caos en poco tiempo. El señor del mercado fue informado inmediatamente….
Christian y su amigo “Fiel” son detenidos por alterar el orden público. La condena a muerte se dicta en un juicio espectáculo. Fiel muere como un mártir, mientras que Christian puede huir y continuar su peregrinación. En cada página de la narración se sugieren comparaciones con la actualidad. Y en el corazón del lector surge el anhelo de un mundo futuro que no esté determinado por el dinero, el sexo y el poder. /KDJ