Lisa Isaak

Lisa Isaac

Una jóven mujer se enfrenta a una decisión difícil

Lisa se encuentra en su mesa del laboratorio dental haciendo una prótesis con sumo cuidado; mientras  se concentra en lo que está haciendo con sus manos, me cuenta  algo de su vida.

Los primeros seis años de su infancia Lisa los pasó en un pueblo alemán en Kazajstán. El país está ubicado entre el mar Caspio al oeste y las montañas de Altai por el este. Tenía 17 millones de habitantes antes del colapso de la Unión Soviética. Cuando Kazajstán declaró su independencia en 1990, dos millones de personas – en su mayoría alemanes y rusos –  dejaron su patria ancestral. Lisa recuerda cómo sus padres tuvieron que vender  la casa y hacer arreglos con las inmobiliarias, porque no se le permitió a los emigrantes  llevar grandes cantidades de dinero en el viaje.

Para Lisa, la vida continuó en Michelstadt / Hesse. Después de terminar el colegio estudió para ser técnica dental. En realidad su profesión le dio a Lisa satisfacción y le permitió echar raíces en Alemania. Pero muy dentro de ella se dio cuenta de que tenía cierta inquietud. Como cristiana de convicción, le gustaría poner sus habilidades profesionales al servicio de Dios.

En 2008  participó en un viaje misionero a Indonesia durante dos meses. Luego asistió a  una escuela bíblica en Oberhof  durante medio año donde  se consolidó su deseo de trabajar como misionera en un país del tercer mundo durante varios años. Buscó por internet un trabajo adecuado como técnica dental en el extranjero, pero a pesar de todo el esfuerzo que hace durante año y medio, no lo encuentra.

Finalmente, Lisa se ​​encuentró ante una decisión trascendental. Si no podía tener la oportunidad de trabajar en un hospital misionero en su propia profesión, entonces estaría dispuesta a seguir una segunda profesión como enfermera. En el verano de 2010, postuló a tres hospitales alemanes para seguir enfermería. En la Pascua del 2011, recibió una propuesta de Suttgart y a partir de  ese momento tuvo dos semanas para firmar el contrato con el posible empleador.

Lisa no encontraba paz, el contrato estaba en su escritorio, pero ella no estaba segura de que realmente eso era lo correcto. Oró para recibir la guía de lo alto. Los días transcurrieron tratando de contactarse con algún conocido que le hablara de un hospital misionero en el Perú. Un día Lisa se ​​encontraba navegando por Internet e hizo clic en la página web de Diospi Suyana. No creyó lo que veía,  el título era de una clínica dental en el Perú.

Inmediatamente se puso en contacto con la oficina alemana de Diospi Suyana. Algunos documentos demoran por correo y se enteró de que recién podía tener noticias al respecto en junio. Pero junio era demasiado tarde, sólo le quedaba  una semana  para decidir.

Era lunes por la noche, ella tenía que firmar el contrato y ponerlo en el buzón. Con el corazón oprimido cogió el lapicero y puso su nombre en el documento. De repente se dió cuenta de que llegó un email a su laptop, que estaba junto a ella. Este venía de parte de un Dr. John, a quien le gustaría ponerse en contacto con ella por teléfono. Al día siguiente el médico misionero le invitó a Lisa avenir al Perú y ella envió una comunicación rechazando el contrato de trabajo en Stuttgart.

Desde febrero de 2012,  la enfermera alemana que ahora vive en los Andes del Perú no recibe  ningún sueldo de Diospi Suyana sino que es apoyada por un pequeño círculo de amigos. Lisa es feliz, ella debe hacer exactamente lo que siempre quiso hacer; es decir, servir a Dios con su profesión. Los indígenas quechuas se benefician  con los  puentes y dentaduras postizas hechas por Lisa con  calidad alemana y no están nada mal.

En conclusión,  podemos ver que el tiempo de Dios es perfecto. A veces estamos  pensando en una y otra cosa, y con frecuencia no sabemos qué hacer. Pero cuando las manijas del reloj están señalando las once y cincuenta y cinco minutos,  Dios a menudo obra con su  impresionante sabiduría como lo hizo con Lisa.

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