La familia Advíncula ve las cosas de otra manera
Unos 30 restaurantes y panaderías. 800 empleados. Un imperio creciente. En el gran centro comercial Santa Anita de la capital, Lima, se está celebrando una especie de fiesta de empresa en la 2ª planta. Se honra a los mejores empleados. El ambiente es estupendo y se aplaude mucho. El Director General, Victor Advíncula, ha invitado a un orador. El germano-peruano toma la palabra y cuenta una historia que parece casi increíble a las 50 personas presentes. De la nada se creó una red de obras de importancia nacional y renombre mundial.
El médico misionero muestra un cuadro con tres cruces y luego una tumba de jardín. «Para mí, la tumba vacía de Jesucristo es la única esperanza. Cada uno puede probar esta fe». El público es laico. Son gerentes de grandes restaurantes. El mensaje de este formulario es totalmente inesperado. Pero, ¿cómo explicar la cadena de coincidencias y milagros si no es con Dios?
Victor Advíncula toma el micrófono. «Hace muchos años vi en televisión un reportaje sobre Diospi Suyana. No podía quitármelo de la cabeza. Que hay gente que se lo juega todo por su fe». – Los hombres y mujeres detrás de las mesas se dan cuenta de que están escuchando una confesión privada de su jefe y aguzan el oído. «Finalmente, en enero de 2022, mi madre y yo viajamos a Curahuasi para echar un vistazo a Diospi Suyana. Nos hicieron una visita guiada y el Dr. John nos enseñó las mismas fotos que acabamos de ver».
Don Víctor hace una breve pausa y busca palabras. «Como familia, también pensamos en el sentido de la vida. ¿Existe una realidad después de la muerte? Y tomamos la decisión de apoyar las diversas iniciativas de Diospi Suyana».
Explicación: Los Advíncula son cristianos convencidos. Desde principios de 2022, ninguna otra empresa en Perú ha apoyado tanto a Diospi Suyana como esta familia. Esto se aplica en particular al hospital, la escuela y los festivales juveniles.
Su madre Susi dijo una vez: «Nuestro dinero pertenece a Dios. Sólo somos sus mayordomos». El resultado lo dice todo. El altruismo de los Advíncula demuestra que Dios -y no el dinero- es lo primero en sus vidas. /KDJ
