Nunca se debe trabajar en la construcción bajo los efectos del alcohol
Suena una sirena. La ambulancia del puesto de salud local lleva a un herido a urgencias del hospital Diospi Suyana. El paciente de 53 años -llamémosle Juan Quispe- está consciente y eso roza el milagro. Unos minutos antes había salido del 3ª planta (corresponde al 4ª planta en Norteamérica y Sudamérica) se sumergió en las profundidades. Aterrizó en un montón de arena frente a las obras y tuvo así suerte. Hasta qué punto su nivel de alcohol fue responsable de este accidente sigue siendo una cuestión de especulación para todos.
El resultado: tres costillas rotas y el muslo derecho destrozado.
El tratamiento en urgencias y rayos X funciona como un reloj suizo según el protocolo. Esa misma noche, el traumatólogo Dr. Fritz Meiswinkel estabiliza la fractura abierta con un fijador externo y realiza una limpieza a fondo de la herida. Si no hay infección del fémur, en los días siguientes se procede al tratamiento definitivo de la fractura con un implante metálico.
Un salto desde la tabla de diez metros de la piscina suele acabar bien. Una caída desde la misma altura desde un edificio en ruinas suele acabar fatalmente.



Gracias a Dios que el accidente no fue fatal , que pudo ser llevado rápidamente, gracias a Dios por el Hospital, los médicos, las atenciones. Una cadena de gracias Dios mío.