Dios decide sobre la vida y la muerte
Los buenos consejos salen caros, como dice el refrán alemán. La paciente de la cama de cuidados intensivos está en peligro de muerte. Está luchando contra un envenenamiento de la sangre (septicemia) debido a un riñón ulcerado (pielonefritis). Su coagulación sanguínea está muy alterada. Una máquina se encarga de su ventilación. Y los parámetros del monitor lo indican: La diabética está en shock. ¿Podría ayudarla una operación de urgencia? La respuesta: la supervivencia de una operación sería dudosa. ¿Pueden los antibióticos cambiar la situación? Sólo Dios lo sabe.
Así que los médicos y el personal de enfermería hacen todo lo que pueden. Equipos, medicación, oxígeno… todo está disponible, pero Dios tiene la última palabra. /KDJ