El sembrador de Curahuasi
El cuadro de Vincent van Gogh cuelga en nuestro salón. Evoca muchas asociaciones. La vida es dura y en el libro antiguo está escrito que debemos comer el pan con el sudor de nuestra frente. El Salmo 126 lo expresa de forma un poco más esperanzadora: «Pero el que siembra con lágrimas, ¡recogerá con alegría!».
Curahuasi. Ayer por la mañana, un anciano agricultor se afanaba en los surcos de su campo. Como en los tiempos bíblicos, sembraba y esperaba que sus esfuerzos dieran fruto.
En Diospi Suyana también estamos sembrando una semilla. En los clubes infantiles animamos a los niños y niñas. En la escuela, los alumnos aprenden para la vida. En el hospital, invertimos medicina y experiencia para curar a los pacientes o aliviar el dolor. En el centro de medios de comunicación, la semilla se siembra en las ondas de cinco estados del sur de Perú. Y a finales de abril, miles de participantes en el festival se convierten en un gran campo. Y nada es gratis. Los que viajan con la bendición de Dios recogerán una buena cosecha.
El Salmo 127 afirma lo siguiente: «Si Yahveh no construye la casa, todo el trabajo de los constructores es en vano. Si Yahveh no guarda la ciudad, en vano velan los centinelas. Te levantas temprano por la mañana y no descansas hasta bien entrada la noche para comer el pan que tanto te ha costado ganar. Pero sin la bendición de Dios, ¡todo es en vano!».
Oí este versículo cuando era pequeño. Hoy sé que es verdad. /KDJ
