Diospi Suyana actúa donde rige la desesperación

La suerte de una familia de Curahuasi resulta ejemplar para otras 100 mil personas en la sierra peruana.

El papá es alcohólico, y estuvo meses en la cárcel, porque entró en conflicto con la ley. La mamá también sufre de una adicción al alcohol, pero le gustaría apartarse de la botella. La familia tiene ocho hijos, de los cuales seis viven con los padres en Curahuasi.

La mayor es Maigot, 10 años, John-Fidel de 8 años, Flor de 6 años, Carlos de 4 años, Roger de 3 años y Ruth de 20 meses. Viven en una choza. Trabajo solo lo consiguen de vez en cuando en las tierras del arrendatario. Así pueden ganar 6 soles al día (2 USD).

Solo John-Fidel estuvo con alguna regularidad en la escuela. Todos los niños dormian sobre el piso, comían de lunes a viernes en “Inhabif” un instituto de bienestar familiar en Curahuasi. Allí, en un reducido espacio, 150 niños obtienen tres meriendas al día. En el fin de semana solo hubo algo de comer, si los padres no se habían bebido todo antes.

Esta situación tan miserable motivó a la Dr. Martina John, y a las señoras Lyndal Maxwell y Barbara Klemenz al siguiente plan: Su acción: compraron 2 camas, 3 colchones ( ya tenían un armazón de hierro para una cama) así como 2 cajas para guardar ropa. Inscribieron a los tres niños mayores en la escuela y les consiguieron uniformes, morrales de escolares y zapatos. Unas puntillas en las paredes sirven para colgar las cosas. Los ingenieros de la empresa constructora Constructec aportaron una parte de los costos.

Roger y Carlos ya están entretanto inscri! tos en el kinder, también para ellos ahora hay morrales y uniformes. Ruth se queda en la guardería o es atendida por otra indígena quien también necesita trabajo. Los trabajadores de Diospi Suyana aportan la mitad de los costos. La mamá fue incentivada a seguir trabajando en el campo.

Además, los trabajadores instalaron un lavadero de ropa. Se extendió una cuerda para colgar la ropa, se ordenó la choza, se botó la basura y se consiguió madera para cocinar.

Afortunadamente los niños vienen al club Diospi Suyana para niños los viernes en la tarde. La mamá visita el grupo de estudio bíblico con la señora Lyndal Maxwell y Dra. Martina John.

Mitigar la necesidad allí donde saltan las pulgas, no es el pasatiempo más agradable. Pero Jesús dijo una vez: “Lo que hicieron a uno de mis hermanos , eso lo hicieron conmigo!” No tiene sentido hablar del amor de Dios, si uno no se sube las mangas y ayuda a alguien. Si apoya Usted a Diospi Suyana podemos hacerno! s señores de la desesperación de las gentes en el altiplano del Perú.

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