El escape hacia la muerte

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Un equipo de médicos y enfermeros luchando contra lo inevitable

Curahuasi: Es domingo por la noche, el misionero Simon Giesbrecht saca su teléfono y aprieta para hacer una foto. La escena muestra a la Dra. Martina John hablando con algunos familiares. A la derecha se reconoce la cabeza del paciente en la cama de cuidados intensivos.

La retrospectiva: El hombre Quechua ya no sabe más como manejar y soportar la vida. Él es un esclavo del alcohol y su esposa e hijos sufren por su adicción. La disputa con su esposa y los pensamientos obsesionantes y autorreproches que le acompañan semana tras semana y cuando se mira al espejo, su conciencia lo acusa con un grito: ¡Tu eres un perdedor!

El vecino se dio cuenta de que es inusual tanta tranquilidad en la casa. Alertó a la familia y un hijo por fin entro a través de la ventana. El padre está sentado en posición vertical en la mesa, pero él no reacciona por ningún motivo. Todo el lugar huele a insecticidas y una botella vacía en la mesa, explica lo que paso. Los hijos lo llevan inconsciente al centro de salud local.

Domingo, 10:30 PM horas: El culto está en pleno apogeo, cuando suena el teléfono. El médico del centro de salud pide por ayuda. Un poco más tarde una ambulancia lleva al paciente a Diospi Suyana. La Dra. Luz Peña tiene guardia. Ella le da al paciente oxígeno, atropina en dosis alta e hizo un lavado gástrico, pero Juan no se mueve, ya está en un coma muy profundo. Mientras tanto, la Dra. Martina John y el Dr. Reinhard Kühn han llegado. La siguiente es una intubación de emergencia. Ahora el hombre esta conectado con la maquina respiradora. El análisis de sangre bajan todas las esperanzas frustradamente y los médicos preparan a la familia para lo peor. La posibilidad de supervivencia es baja y una recuperación neurológica normal, poco probable. Lo que queda es la oración.

Las horas pasan. La respiración se realiza al ritmo constante de la máquina. El paciente no muestra reacciones a estímulos dolorosos, y las pupilas permanecen paralizadas.

Medianoche. Juan mueve lentamente las piernas. Increíble. Hasta la mañana siguiente, se recupera inesperadamente y le extubaron. Él sobrevivió sin daño neurológico.

El pastor del hospital ora con Juan y le habla acerca de la fe en Dios. Él es el único que da consuelo y apoyo a los desesperados. El agujero en el alma sólo él puede llenar. Jesús dijo una vez: “Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar”. Mateo 11:28

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