Tres franceses en el escenario
Si la química es correcta, se gana mucho. El respeto mutuo, la simpatía e incluso el amor, ayudan a generar un sentido de pertenencia. Asimismo, el profundo anhelo hacia la solidaridad, esa que cruza fronteras, culturas y clases. ¿Existe realmente eso? Sí, en efecto. Donde las personas siguen a Jesucristo y el amor de él, esto es posible. Tiene que ser experimentado para ser creído.
Viernes 8:30. La capilla del hospital se está llenando poco a poco. En la banda en el escenario tres franceses alistan sus instrumentos. Abner, uno de nuestros empleados del departamento de informática, está convencido que, al igual que los peruanos, los sureños no sólo hacen muy buena música, sino que también son cristianos convencidos. El cristianismo no es usado como un elemento cultural o el sentido de pertenencia a una denominación. No, ellos llaman a Jesucristo el Señor de sus vidas. Su fe es practicada desde el corazón.
Jérémie Maurin, junto con su hermano David Maurin y Bastien Ollier. Tres itinerantes franceses en América del Sur. Músicos y cristianos apasionados.
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La capilla está llena. El personal, los pacientes y los visitantes cantan con el grupo dos canciones que hablan de la gracia de Dios y su tamaño. Seguidamente, el devocional del dia a cargo del pastor Marcos y una canción final. Natanael Hach escribe: “¡Es una bendición cada mañana honrar a Dios en los servicios, y descubrir su inmenso amor!”
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Un reportero de televisión, una vez dijo: “¡Diospi Suyana no es un hospital, sino más bien una familia!” Por supuesto que tenía razón. Pero el secreto no es Diospi Suyana, sino la fe en Cristo resucitado.
