Un taxista totalmente simpático

Por tres razones

Cuando llego a la estación de taxis de Arcopata, enseguida hago un chequeo de la situación. El próximo auto a Curahuasi aún no tiene pasajeros. Para poder sentarme en el asiento delantero. Toda una ventaja al mismo precio de 25 soles (6,5 euros). Con las numerosas curvas de las montañas, es raro que un pasajero se sienta mal.

Ahora camino alrededor del coche. El neumático trasero izquierdo no tiene banda de rodadura. Es suave como el trasero de un niño. Si hubiera nacido en Perú, ahora pensaría: «¡No pasará nada!». Con mi impronta alemana, sin embargo, las estadísticas vienen inmediatamente a la mente. Y, por desgracia, afirma que el riesgo de accidentes mortales en Perú es 10 veces mayor que en Alemania, en relación con el número de vehículos en circulación.

«¿No puedes cambiar esta rueda rápidamente?» Mi sugerencia parece convencer al taxista. Coge la rueda de repuesto del maletero y en cinco minutos está hecho. Nunca me había pasado algo así.

Con este esfuerzo por la seguridad vial, no me sorprende en absoluto que mi conductor sea la precaución personificada durante dos horas y media. La velocidad y la visión de conjunto no son motivo de queja. Y encima, escucha la emisora de radio «Diospi Suyana» por el camino. Y ya me siento como en casa. /KDJ

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