“¡Un sándwich y un zumo de naranja, por favor!”

Por la noche siempre sirve

Por la mañana, una reunión en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones fracasa. Caras largas. Sin embargo, mi portátil ya estaba conectado. Así que un nuevo intento la semana que viene. A la hora de comer, un director me recibe en el Ministerio de Justicia. Aquí se está produciendo un gran avance en otra cuestión. Me cuesta creerlo. Me siento diez años más joven cuando vuelvo a salir a la calle. Tras unos cuantos WhatsApp, por fin se concierta una cita para el miércoles por la mañana en una oficina del Ministerio de Sanidad.

19.00 horas: ¡Hambre! Un sándwich y un zumo sería justo lo que necesitas. Me atiende un señor mayor con un jersey gris, que incluso me da la mano. Ya le he visto muchas veces: “¿Puedo preguntarle cuántos años tiene?”, le pregunto con curiosidad. – “Nacido en 1947, ¡así que 76!” –

“¿Trabajas aquí regularmente?” – “¡Sí, todas las tardes hasta medianoche!”. – Luego añade modestamente: “¡Pero sólo después de las 5 de la tarde!”.

Siete días por siete horas equivalen a 49 horas semanales.

“¿Dónde vives?” – “En Villa el Salvador” (Un barrio en pleno sur)

“¿Vas a coger el tren a casa esa noche?” Pregunta mucho y aprenderás. Me atengo a este lema. – “No, no hay tren tan tarde, pero aún puedo coger un minibús a mi parte de la ciudad”.

Muchos en Europa ni siquiera saben lo bien que les va. /KDJ

Hoy como en Noe, un pequeño restaurante de la esquina.
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