Sin lugar a dudas
En febrero, la lluvia y el sol alternan su presencia en Galicia. Las temperaturas son entre cinco y diez grados. Protegidos por una vasta cantidad de ropa para la lluvia dos “peregrinos” van por los caminos pintorescos de Santiago. Cuatro días en la ciudad de Santiago de Compostela no es mucho, pero es mejor que nada. En dos semanas volamos de regreso a Perú. Desde nuestra llegada en Alemania a finales de junio, pasamos por meses agitados con casi un centenar de conferencias en siete países. Ahora tomamos un breve descanso antes de empacar maletas.
Hape Kerkeling afirma haber aprendido, en esta ruta a través del noroeste de España, sobre Dios de una manera especial. Lo escribió en su bestseller “Estoy fuera”. El Camino de Santiago es un fenómeno. Desde la Edad Media más peregrinos han atravesado sus colinas. Un asesor financiero me describió recientemente en los Países Bajos su peregrinación a Compostela, como una de las experiencias más impresionantes de su vida.
La catedral de Santiago de Compostela está construida con casi seguramente una mentira. Los huesos de Santiago, uno de los doce discípulos de Jesús, no están aquí, pero en algún lugar de la tierra de Palestina. Él fue ejecutado hace 44 años AD durante el reinado de Agripa I. Su ascenso a la protectora de España ayudó a los intereses políticos del rey y movilizó tropas contra los moros. A nombre de este santo mucha sangre fluyó en el Perú. En el museo junto a la catedral existe una imagen de Santiago (Santiago) que lo muestra a caballo en la matanza de los indios de América del Sur. Dios era ciertamente no en el banquillo.
Por la noche, escuchamos las voces melódicas de un coro de la Universidad de Princeton. El centenar de cantantes repartidos en cuatro lugares diferentes en la imponente Iglesia del Monasterio de San Martín. Sus corales se encuentran incluso en los rincones más remotos de la iglesia, así como su imponente cúpula en lo alto. ¿Escucharemos esas melodías en el cielo? Un profesor judío me aseguró una vez que la belleza y la música son indicaciones claras de la presencia de Dios.
A las 11 de la mañana del domingo, muy cerca de nuestro hotel se celebra un servicio religioso en la Iglesia Evangélica Cristiana. La sala está llena. Toda la audiencia participa en las canciones. Al final del servicio se ora por los drogadictos, que empezarán en breve su terapia. También se da gracias a Dios, porque Jesús ha prometido que cuando dos o tres se reúnen en su nombre, él esta presente. Sin lugar a dudas. / KDJ