Palabras del Libro de los Libros están ganando en importancia
La mayoría de las descripciones sobre el cielo de Lima son desalentadoras. Siempre la describen con las siguientes palabras “gris”, “aburrida” y “triste”. A veces se aclara en la tarde y es ahí donde el observador siente de repente como si por arte de magia estos breves minutos, antes de la puesta del sol, son como un rayo de esperanza, un signo de una mejor realidad más allá de las nubes. Me acuerdo de esta reflexión cuando observo la foto que tomé en Lima hace algún tiempo.
Liderar Diospi Suyana no es nada fácil. El trabajo nunca se detiene y la presión aumenta año tras año. A pesar de tantos titulares positivos en los medios de comunicación, tenemos enemigos y sin duda envidia.
Algunos misioneros luchan con sus enfermedades y de vez en cuando llegan cartas con malas noticias. Los tramites oficiales son largos e infinitamente tediosos. Las promesas se rompen y la indiferencia de algunos burócratas es sorprendente.
Pero si dependiera de Dios, él abriría las nubes. Y la gloria de su poder superior se mostraría radiante con las personas que confían en Él. El viejo Pablo vivió este fenómeno hace dos mil años y sus palabras son una parte indispensable de la literatura mundial desde su trascripción:
“Las dificultades nos acosan por todos lados, y sin embargo no se vean abrumados por ellos. Estamos perplejos, pero nunca en la desesperación. Por las personas somos perseguidos, pero con Dios encontramos refugio. Estamos abatidos, pero no vencidos. Todos los días nos enteramos de la forma más dura como es que Jesús tuvo que sufrir. ¡Así que algo es visible desde la vida de Jesús resucitado en nosotros! “(De una carta a los cristianos de la ciudad de Corinto) / KDJ
