La mirada fija al firmamento es espectacular. Si imaginamos las distancias, nos hace inseguros a nosotros. Y si recordamos las distancias de tiempo, entendemos que habitamos en este planeta solamente por un momento insignificante.
Cualquiera que durante el día se cree, que es alguien tan importante, y que estando en la autopista en medio de todo el tráfico, se molesta con los demás y aun con las señales de luces, debería pararse durante la medianoche en la entrada de nuestro hospital y mirar hacia arriba al firmamento. Somos solamente pequeñas partículas de polvo en un universo oscuro, silencioso y frío.
Dios creó un universo tan genial y brillante. Entonces no tendríamos que sorprendernos por su habilidad de interponerse en la vida de miles de millones de personas y conocer también sus pensamientos.
¿Y será que Él ve también a los pacientes, que duermen en las largas filas delante de la puerta de nuestro hospital? En la Biblia nos dice lo siguiente, sabiendo que esta es palabra de verdad. “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, que lo visites? Salmos 8:4”. No hay esperanza más allá de su misericordia. /KDJ
