Esta pregunta todos nos conocemos y ya existe desde el comienzo de la humanidad. El Doctor observa la historia clínica del paciente y enseguida va tomar posición a los diagnósticos del laboratorio. El resultado patológico y las evaluaciones de la tomografía están listos. Un Neurólogo preparó los resultados del EEG de nuestro hijo. Ahora nos toca el momento de la verdad. La pregunta es: ¿Nuestro hijo estará vivo o va ha morir? ¿Entrará en el valle de la muerte junto con mi familia, donde domina el miedo y los lados asombrosos de tristeza?
En momentos como estos, todos tenemos miedo, cristianos como los no cristianos. Pero hay una diferencia grande entre los dos. El cristiano tiene la esperanza en Dios, además conoce una perspectiva más del allá de la muerte. El no cristiano al caso contrario estará entregado a su destino indefinido. El se ve a si mismo como una semilla de polvo que se produjo de un proceso de evolución y que a desvanecerse con el tiempo en el universo.
De vez en cuando deduzco de conversaciones con ateístas una arrogancia cuando me miran con una sonrisa piadosa. Me pregunto, ¿Pero de que ellos están tan orgullosos?
No quisiera cambiar con una vida sin sentido, esperanza, y la protección de Dios. KDJ
