El diablo ha hecho el aguardiente …

Cuando el cantante  Alemán Udo Jürgens en 1973 cantó esta canción, el ambiente era relajado y resuelto. A pesar de que tomó el tema del alcohol, probablemente ninguno de sus oyentes se veía entonces obligado a recortar su consumo de trago.

Viernes, el 20 de diciembre a las 13:30 horas. De diferentes lugares dos hombres eran recibidos simultáneamente en la emergencia de Diospi Suyana. Uno de ellos se había atorado mientras comía, bajo la influencia de alcohol. La cirujana Dra. Annette Haar encontraba al paciente con pupilas inmóviles, su cuerpo es frío, él está muerto. En el otro caso, se trata de un joven que estaba involucrado en una confrontación violenta por su borrachera. Él ya no es capaz de reaccionar. – Una semana antes, murió un hombre borracho, que se había echado a dormir debajo de un camión. Cuando el camión salió, pasó por encima del durmiente indígena quechua.

 

Comunidades enteras en las montañas de Perú pueden hundirse en una borrachera colectiva los fines de semana. No es infrecuente que una orgía así concluye directamente a un festival religioso en la ciudad. La violencia, la enfermedad, la muerte, violación a muchas niñas, el abandono de los niños y la pobreza de las familias pertenecen a las tristes consecuencias del abuso del alcohol.

El alcohol es – sobre esto todos los expertos están de acuerdo – el flagele de los habitantes de las montañas peruanas. Por desgracia, hay muchos peruanos influyentes que tienen un gran interés en asegurar que este status no se cambie. Curahuasi, por ejemplo, cuenta con un hombre de alto rango político, que por años fábrica y vende bebidas alcoholicas. Él hace sus ganancias con la dependencia del alcohol de los quechuas indígenas en el distrito.

 

Como reacción a esta epidemia nacional todas las federaciones de iglesias protestantes en el país tuvieron una respuesta clara. Ellos dicen: “Una gota de alcohol es una gota demás!” A los europeos y norte americanos, esta actitud puede parecerles bastante extrema. Sin embargo, los resultados son claramente positivos. Un 12 % de la población peruana, es decir, todos los cristianos evangélicos, aborrecen cualquier consumo de alcohol. Con su ejemplo, demuestran en su entorno a los vecinos, amigos y familiares que existe una vida mejor.

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