Todas nuestras oraciones fueron contestadas
10:20 El presidente peruano aterrizó en el tercer helicóptero. Fue muy bien recibido por los médicos misioneros John y Haßfeld, así como el gobernador del estado y el alcalde. El recorrido por el hospital duró media hora. En la estación de enfermería, el Dr. John les muestra la pintura que representa a la multiplicación de los panes. Con cinco panes y dos peces se alimentó a mucha gente. «Señor Presidente, esta es la historia de Diospi Suyana», dijo el médico misionero. «No teníamos dinero, sin equipo y sin empleados. Pero, ¡Dios ha hecho de lo poco algo grande! »
Durante el recorrido por las habitaciones, el jefe de estado entrevista a los pacientes. Ellos le comentan que llegaron de tres estados diferentes del Perú, asimismo, le expresan su satisfacción de su tratamiento a cargo de las enfermeras y los médicos.
Las personas que caminamos, lentamente, con los dignatarios hacia el anfiteatro sentíamos en nuestro pecho un profundo agradecimiento. El Sol creó un ambiente mágico. Un público entusiasta y música conmovedora. El acto oficial debía comenzar.
Después de la presentación del Colegio Diospi-Suyana escuela, todos los peruanos entonaron el himno de su país. Un asombroso número de participantes cantó también el himno de Alemania, siguiendo la letra en el proyector.
Caras sonrientes en todas partes. Un Presidente alegre. Tres ministros y un viceministro. Dignatarios de todas las esferas de la sociedad. «Nuestra lista de invitados de hoy, me recuerda un poco a Wikipedia,» dijo el Dr. John en su introducción.
Los primeros 45 minutos fueron transmitidos en vivo en el país. Nunca sabremos cuántas decenas de miles de peruanos vieron la presentación del hospital de la fe en sus salas de estar. La Dr. Martina John se refería en sus observaciones sobre la cruz de Cristo y la tumba vacía como la base de nuestro trabajo.
El festival de la alegría duró dos horas y media. Se desarrolló sin incidentes. Un estimado de cuatro mil personas y una amplia audiencia televisiva nacional fueron testigos de que vale la pena, en el siglo 21, confiar en Dios.










No solo me ha impresionado y conmovido, es una obra espectacular. Que Dios los bendiga