Diospi Suyana después de diez años en el Tagesspiegel de Berlín

Editor Michael Schmidt analiza el tema desde una perspectiva filosófica

Bajo el título de “El samaritano de los indios”, el jefe del departamento de política de un diario Alemán escribe: El cirujano Klaus-Dieter John vive por su fe. En los Andes, él ayuda a los más pobres de entre los pobres. Buscando a Dios – Klaus-Dieter John debería aplicar como un candidato prometedor. El cirujano de Wiesbaden no predica. Sólo da conferencias y lo hace muy bien. Él predica sobre su vida. Su vida es un mensaje: “He visto a Dios.”Fe, amor, esperanza: Junto con su esposa Martina, también misionera apasionada, hicieron de su servicio a los más pobres; su causa – y construyeron en el 2007 un hospital para los indios quechuas en los Andes del Perú. “Si nos fijamos en Google Earth, entonces veremos a Machu Picchu, la famosa ciudad en ruinas de los Incas, y justo debajo,” el dedo índice de los Johns se mueve a una corta distancia a través de la pantalla de su ordenador portátil, “aquí, a 50 km a vuelo de pájaro, se encuentra la clínica.”

Los voluntarios han construido la clínica en la montaña

Que esta clínica, el hospital misionero “Diospi Suyana”, sea una realidad, a 2650 metros sobre el nivel del mar, aun parece algo increíble. Un milagro. Han pasado más de diez años desde que miles de voluntarios la han construido. Contra la enorme resistencia y a pesar de grandes obstáculos que una y otra vez amenazaron el proyecto, este `puedo salir adelante. La carencia  de dinero, la burocracia, la corrupción y las actividades delictivas; hicieron el trayecto muy duro. Klaus John dudaba. En el proyecto. En sí mismo. En Dios. “Nunca quise creer en Dios, lo que quería saber es cómo se podría experimentar su amor en pleno siglo XXI”, dijo John. “Y lo he visto.” ¿Cómo entonces se podría explicar que, aun con pocas probabilidades, nuestro primer paciente fue atendido el 22 de octubre del 2007?

Klaus-Dieter John, jugador aficionado al ajedrez y –Maratonista, paciente, y equipado con un largo suspiro, proviene de una familia de panaderos en Wiesbaden “padre, madre, hijo -. Todos gustaban del pan de los John” La tradición de la familia no sospechó que el niño inquieto se convertiría en un viajero del mundo. Por otro lado: Creció en un hogar sin televisión, pero con 2.000 libros, que él leyó mucho, especialmente las Aventuras de Marco Polo, David Livingston, y por la noche en la cama, leía las historias de la selva a cargo del Doctor Paul White. “La devoré,” dijo John, “y pensó: Eso es lo que quiero para mí”

Las vidas de los indios quechuas están marcadas por la pobreza

Luego conoció a Martina, una compañera de clase del Elly Heuss-Gymnasium, encantadora, optimista, divertida – y con el mismo sueño, ser un médico en el Tercer Mundo. Los dos se enamoraron, se comprometieron y se casaron. Luego partieron a trabajar en un hospital misionero para después forjar su propio proyecto.

Hoy, 40 años después, cuentan con un  equipo de voluntarios predominantemente activo a nivel internacional, una atención de hasta 150 pacientes al día en su clínica. Medio millón de indios quechuas, descendientes de los Incas que viven en la región se han beneficiado de la atención. Ellos viven una vida marcada por la pobreza, la desesperanza, el alcoholismo, la violencia. Viven también  en chozas de barro sin agua limpia, pero sobre todo sin electricidad. Para estas personas, muchas cosas han cambiado. Ahora hay un hospital con los estándares occidentales para ellos: salas de hospitales, laboratorios, quirófanos, una clínica dental, una unidad de cuidados intensivos, un helipuerto. Con médicos, enfermeras y fisioterapeutas. Y equipos modernos, desde el endoscopio al escáner CT. Dispositivos caros, para pacientes que pagan sólo lo que pueden. El resto es cubierto por el fondo de caridad de Diospi Suyana.

Todo el tiempo, la zona continúa desarrollándose

Casi 290.000 personas necesitadas han encontrado en los últimos años el camino hasta aquí. Mientras tanto también se construyó en la zona,  un club de niños, una escuela cristiana internacional y desde agosto del  2016 también un Centro de medios de comunicación para producir y emitir señales de radio y televisión.

Diospi Suyana es operado desde el principio exclusivamente con donaciones monetarias y materiales. Alrededor de 50.000 personas y 180 empresas han donado hasta el momento 28 millones de dólares estadounidenses. Klaus-Dieter y Martina John han viajado cientos de miles de kilómetros y han llevado a cabo 2.500 conferencias en 23 países. Ellos cuentan su historia. Personal, y la del Hospital, dos historias que están en busca la una de la otra.

Su segundo hijo es un ateo, con quien discutió mucho

Durante todo el tiempo, su vida gira en torno a un desafío que es tan sorprendente como inesperado y con la que tiene que lidiar no importa que cosa sea. Klaus-Dieter John aún no puede  decir que siempre tiene la respuesta de todo. Él lo describe así: “Toda mi vida gira en torno a la cuestión de Dios”. Él nos comenta algo personal. “Tengo tres hijos,” dijo John, “y el medio, quien fue testigo de todo, que conoce todas las historias, nos dijo que es un ateo. Y cuándo le pregunto cómo explicaría todas las maravillas que hemos experimentado. Me responde que son el resultado de una mezcla de trabajo duro, suerte y de la psicología”.

Los dos debaten. Una y otra vez. Acerca de los grandes problemas, dónde, cómo y por qué. Discuten los autores y sus libros,  Richard Dawkins , “Ilusión de Dios”, por ejemplo, o Christopher Hitchens ‘Dios no es grande.’ “Yo digo Dawkins y Hitchens quienes hablan de un universo enorme y helado y muy oscuro. Sin sentido”, dice John. “O el hombre en la cruz es quien muere en la cruz por mí, por amor – entonces mi vida vale y tiene sentido”

Klaus-Dieter John celebrará este fin de semana la resurrección de Jesucristo. La duda está sentada a la mesa.

Nota: El Tagesspiegel de Berlín tiene casi un cuarto de millón de lectores en Alemania. El primer artículo sobre Diospi Suyana fue publicado en el día de Pascua del 2008, en la sección  “Noticias del Mundo”. En ese momento el título era: “Sólo hay que creer firmemente”

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